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lunes, 31 de diciembre de 2012

La B es neroverdi

Cerrar el año ha sido fácil en la provincia de Módena en lo que al fútbol se refiere. En al tercera ciudad más grande de la provincia norteña han celebrado de la mejor forma el nonagésimo aniversario del Unione Sportiva Sassuolo. El club ha superado las cifras de la Juventus de 2006 en Serie B, consiguiendo en veintidós jornadas 51 puntos, la mejor cifra de la historia de la división de plata del fútbol italiano. Además, lo ha conseguido siendo el equipo más goleador y con el portero que recoge menos balones de su portería. Los neroverdi saben a lo que juegan y lo hacen bien. 

 Francesco Magnanelli no es ningún jovencito, tampoco un veterano pero llevar siete años en un club le hacen ser el capitán y estandarte del club sassolesi. Magnanelli luce '4' y brazalete en el centro del campo del Alberto Braglia (a la espera de la ampliación del Stadio Enzo Ricci, casa de los neroverdi hasta que consiguieran el ascenso a Serie B en 2008)  como el conductor de la máquina más perfecta jamás construida. El Sassuolo se ha erguido sobre sus hombros y se ha apoyado en sus dos escuderos, Missiroli y Bianchi. El primero pone el toque y la precisión ante la llegada y perseverancia del segundo. Magnanelli agradece el desahogo que provocan y se siente protagonista de la squadra. El técnico, Eusebio Di Francesco, le ha dado las riendas a Magnanelli como ya hicieran los seis técnicos que ha tenido el Sassuolo  en estos cinco años en Serie B. Cumple, y, además, lo hace bien. Lo hace bien porque tiene dos buenos escuderos y porque en la parcela ofensiva el Sassuolo está rindiendo de una forma escandalosa. Contar con seis jugadores de ataque y que todos hayan marcado esta temporada es único. Único, y propio de esta escuadra que ha rozado la perfección en su noventa cumpleaños y a la que le espera un 2013 histórico.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Óscar y Oscar

Siempre ha habido grandes ilustres, personajes que abarcan los focos, esos seres que son mediáticos por carácter, por actos o, simplemente, por estar en ese momento a la hora adecuada. Figuras que son omnipresentes y que hacen olvidar al resto de los actores. Las estrellas no siempre fueron apuesta ganadora, es más, muchas acabaron estrelladas. Ahí, en ese momento de la decadencia, de lo que parece el fin de una era, el fin de todo lo que prometía, aparecen ellos. No para ocupar el lugar de los ilustres, ni para ser lo que ellos fueron, todo lo contrario. La figura del secundario siempre estará ahí, implacable. El actor secundario es quien aguanta todo tipo de argumentos incoherentes sin elevar la voz, sin poner en duda el poderío mediático. No lo desea. Pero, cuando todo cae está ahí. Sin más. Como la voz en off que narra el argumento de lo que va a suceder a continuación. El que marca el camino. Por él pasa todo. Él sirve en bandeja de plata las balas y guarda, siempre, una en la recámara.

Óscar no es más que un chaval salmantino que empezó su andadura por la Primera División del fútbol español a principios de siglo. Aplicado en su cometido, silencioso y, siempre, actor secundario. En Valladolid vivió sus inicios en el fútbol y en Valladolid está viviendo su mejor momento como jugador. Entremedio: dos equipos y tres títulos. Cuatro años de sigilo en Zaragoza, donde se hizo algo más que un nombre; y dos años en Atenas. En La Romareda ganó la Supercopa en su primer año, y compartió honores con Villa en el club maño. En Grecia fue cómplice de Valverde en el doblete de un Olympiacos que solo lo había logrado una vez desde los años 90. Óscar siempre fue el segundo de ese personaje principal. Sus primeras temporadas cerca del Pisuerga; Aganzo, Fernando y Makukula le quitaron el protagonismo. Pese a ser el máximo goleador blanquivioleta el año del descenso, y su último año en Valladolid hasta su vuelta al equipo el año pasado en Segunda. Óscar volvió donde dejó al equipo. Pero volvió para devolverlo de donde no tendría que haber salido. Lo mejor, volvió siendo más de lo que fue. La experiencia con el Txingurri en Grecia enriqueció al talentoso mediapunta y con Djukic no hizo más que crecer. Además, Javi Guerra siguió ocultando a Óscar en un segundo plano los dos años del salmantino en Segunda, sin parecer trascendente, lo era todo. Este año sigue siendo la segunda bala del Valladolid, lo que siempre ha sido y lo que nunca dejará de ser. El actor principal que ocupa el puesto de secundario en el mejor Valladolid que se recuerda. El Valladolid de Djukic. El Valladolid de Óscar.


Oscar se distingue de Óscar por algo más que un acento, pero sus semejanzas también son más que las de la escritura. Les separan nueve años y dos centímetros. Oscar dos Santos nació en Brasil y empezó en el fútbol profesional cuando Óscar ya levantaba un doblete en la cuna de la civilización occidental. El brasileño inició su periplo profesional igual que el español, en primera. São Paulo no es un club en el que el joven futbolista pudiera actuar a su antojo y en dos años apenas jugó. Sin embargo, en 2010, tomó la decisión que le ha catapultado a ser el mayor actor secundario brasileño del momento. Cambió São Paulo por Porto Alegre, recaló en el club que tan solo cuatro años antes había doblegado al Barcelona de Rijkaard en la final de la Copa Intercontinental. En el Internacional, fue la sombra de Leandro Damião, el segundo jugador del equipo pero, como Óscar en Valladolid, el más trascendente. El segundo delantero sigue estando infravalorado, el mediapunta sigue sin ser ese jugador al que se alaba por ser quien es, el conductor de la nave ofensiva de un equipo. Oscar supo de su importancia y, como actor secundario salió de Brasil, justo cuando se hablaba de Neymar y de Lucas Moura, los actores principales del momento. Él seguirá en su rol. Sin embargo, una vez más el cambio le ha sentado bien al nacido en São Paulo. Llegó a Londres y se acopló al juego europeo tan rápido como Napoleón perdía sus tropas en el frío ruso. Pero este Chelsea parece ideal para los actores secundarios. Mata, Hazard y Oscar. Los secundarios por antonomasia de la liga inglesa no tienen actor principal. El actual Chelsea es la película sin estrella, la pistola que solo tiene la bala en la recámara, esa bala que ostenta Oscar.  

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Goles veteranos

El gol, siempre asociado al '9', alegría de todo un estadio y salsa del fútbol. El problema surge en lo primero, el '9', ese gran olvidado y cada vez menos utilizado jugador. La referencia de un equipo a la hora de atacar, el incordio de las defensas rivales, el que, de media ocasión, consigue meter dos en el fondo de las mallas.  En el fútbol actual el concepto de nueve para el delantero centro está desapareciendo y cada vez encontramos menos pero los que aún quedan, siguen cumpliendo. En Italia no se olvidan de ellos y tras dos jornadas en la Serie A hemos comprobado que seguirán marcando goles.
Ejemplo de ello son dos jugadores que empezaron en esto de introducir balones en las porterías el siglo pasado. Miroslav Klose y Sergio Pellissier. Un alemán y un italiano. Uno en la Lazio y otro en el Chievo. La historia de Klose en Italia es corta pero no por ello mala. 29 partidos y 17 dianas. El aún delantero de la selección germana solo sabe marcar goles y por eso, y pese a sus 34 años, sigue en la Mannschaft y en un equipo de primera línea en la máxima división italiana. Miroslav es ese nueve que con el mero hecho de estar en el campo te asegura goles. Desde su llegada a Bremen en 2004 y a excepción de sus dos últimos años en Múnich, Klose asegura a sus equipos un mínimo de 15 goles por temporada.
Otro de los '9' que continúan dando que hablar en Italia es Pellissier. El aostano lleva toda la vida en el Calcio y no ha hecho otra cosa que golear. Sus inicios en Serie C con el Varese y el SPAL le sirvieron para acabar en un equipo del que es algo más que il capitano. Pellisier se ha convertido en la imagen del club de Verona. En el Chievo, Sergio ha disputado más de 300 partidos y saboreado el gol en más de 100 ocasiones. Toda una institución que tras treinta y tres 12 de abril sigue rindiendo. A Sergio no se le puede discutir ni en la nazionale; un partido, un gol. 
Esta temporada ambos han empezado igual que siempre, haciendo lo único que saben hacer. Que el balón acabe en la red rival. Los dos desde la veteranía, uno con la experiencia de toda una vida en Italia y el otro en su segundo año en tierras transalpinas. Pellissier y Klose, hechos por y para el gol, por y para el Calcio.

viernes, 31 de agosto de 2012

Perdido sin Nuri

El Borussia Dortmund de la temporada 2010/2011, aquel del séptimo trofeo germano, el del segundo año de Jürgen Klopp en el equipo. Ese Dortmund que práctico un fútbol que asombró a Europa con un jugador como principal autor, el mejor jugador de la Bundesliga, Nuri Sahin. Un Sahin que, tras esa brillante temporada y con el trofeo bajo el brazo, partió. Rumbo a Madrid.
Tras la marcha del mediocampista turco, su otra mitad en el centro del campo phosphorite quedó vacía. Aquel rubio que había sostenido al equipo de Westfalia mientras Nuri mostraba su fútbol, perdió el rumbo. Sven Bender desapareció, sin hacer ruido, tal y como había estado en el campo. Los elogios eran para la zurda de Sahin. Bender había desplazado del once a toda una institución en el BVB, Sebastian Kehl,  gracias a que este último sufrió una inoportuna lesión nada más comenzar la temporada. Quitarle el puesto a un estandarte como Kehl en el Dortmund parecía que sería solo el principio de una carrera más que prometedora. Sin embargo, el capitán del Borussia ha vuelto a la titularidad.

Tras la marcha de Sahin, el Dortmund perdía a su mejor jugador, lo que no sabía es que también estaba perdiendo a otro jugador. Sven Bender comparte algo más que el apellido con su hermano, Lars Bender. Son gemelos. Tras la fantástica temporada de Sven en el Dortmund, se calificó a este como 'el bueno de los Bender', sin ir más el lejos el del Borussia disputó el doble de minutos que su hermano Lars, en el Bayer Leverkusen, en aquella Bundesliga. Pero tras la marcha de Sahin, las cosas cambiaron y Lars completó un grandísimo año mientras su hermano Sven se diluía sin la presencia de turco al lado. Además, 'el bueno de los Bender' se lesionaba en septiembre y no volvería hasta enero. Pero no tuvo un gran retorno. Con 21 años, Sven había dado un nivel de jugador de selección que, con 22, desapareció. Se quedó sin Eurocopa. Eurocopa que sí disfrutó su hermano.

La ausencia en la competición veraniega no ha hecho más que frenar al jugador. Klopp no lo ve con capacidad para ser titular en el equipo por encima de un Kehl que ya tiene 32 años. El jugador no se encuentra bien, su falta de partidos a finales de 2011 por una rotura de la mandíbula y el golpe psicológico de la no-convocatoria para el Europeo, han marcado a un jugador que también anhela al que fuera su mejor acompañante. Sahin, lesión de por medio, no encontró su sitio en la capital española pero Bender tampoco consigue rendir al nivel de antes.

La pareja que llevó al Dortmund a ganar su séptima Bundesliga tras nueve años de sequía no atravesó su mejor momento la pasada temporada. En la actual, Nuri ha vuelto a cambiar de aires, desembarcando en Liverpool. Sven, continúa sin ver una referencia que le ayude a regresar a su mejor nivel o, como mínimo, que le devuelva la titularidad al once del vigente campeón alemán. El mediocampo del Dortmund es esta temporada de Ilkay Gündogan, sustituto natural de Sahin, y Sebastian Kehl, que, tras recuperar su mejor forma, es quien impide a Bender jugar. Pero Kehl no es el único impedimento que tiene Sven para jugar, Klopp ha vuelto a tirar de juventud y esta temporada parece que contará, y mucho, con la presencia de Moritz Leitner en sus alineaciones. El joven futbolista alemán de tan solo 19 años ocupa una demarcación bastante similar a la de Bender y tras su debut con el primer equipo la pasada campaña no ha hecho más que contar con la confianza de Klopp. El técnico sabe lo que le dio Bender, pero también sabe que desde la marcha de Sahin, todo ha cambiado.

Tras una temporada se podría decir que Bender no es nada sin Sahin, no se encuentra, no encuentra su sitio. Al que fuera 'bueno de los Bender' solo le queda recuperar su nivel y entenderse con Gündogan tan bien como lo hacía con el turco para que no quede en el olvido. Bender sabe que todo no depende de Nuri, lo demostró con la selección sub-21 de Alemania y más de una vez con la absoluta, sabe que él está por encima de la mejor pareja de mediocentros de los últimos años en Alemania, de su relación con Sahin en el campo. Sven debe volver a ser 'el bueno de los Bender', sin la ayuda de Nuri. 

sábado, 30 de junio de 2012

Hasta Kiev

Recordemos donde se inició todo, porque siempre es bueno mirar al pasado, y si es un pasado glorioso, más aún. Nombres que nunca olvidaremos como los del Ernst Happel, aquel estadio en el que Torres igualó a Marcelino; o Iniesta, que hizo que 40 millones de españoles saltaran al unísono; o Luis Aragonés, el míster, sí, el míster, porque él fue el que seleccionó a los 23 de Viena; o  Cesc, un Cesc que ya lucía el 10 en su camiseta roja y que, por aquel entonces, también marcaba quintos penaltis; o Pedro, sí, un chaval de Abades, en Tenerife, y que en una semifinal de un Mundial descolocó a toda  Alemania; o Del Bosque, el míster, sí, el míster, porque al igual que Luis, él seleccionó a otros 23, a los de Johannesburgo; o Casillas, el mismo que detuvo a Paraguay, a Rusia, a Holanda o a Italia; o el Soccer City, un estadio en el que Xabi Alonso recibió una patada en el pecho y en el que Casillas alzó al cielo nuestra primera estrella; y por qué no acordarse de los Lahm, Lehamn, Buffon, Di Natale, De Jong, Heitinga, Robben, Van der Vaart, Stekelenburg, o Webb.

Cuatro años, han pasado cuatro años, y volvemos al principio, Italia. Aquella vez fueron unos cuartos, era romper una maldición o seguir siendo un equipo de eso, de cuartos. Ahora es distinto, es continuar la historia, escribir en castellano en el libro del fútbol mundial algo que nadie ha escrito nunca. La tercera seguida - Alemania Occidental ya consiguió llegar a tres finales seguidas, pero tras ganar la Eurocopa del 72 y el Mundial del 74, Checoslovaquia, o Panenka con su penalti, le arrebató la gloria en la final de la Eurocopa del 76 -, ante esa selección con la que acabamos con aquel 'equipo de cuartos'. Si ya los eliminamos una vez, ¿por qué no vamos a poder de nuevo? El problema es que no pudimos, ni hemos podido nunca, siete veces hemos jugado contra Italia en una Euro o un Mundial y no hemos ganado ninguna, solo los hemos eliminado gracias a los penaltis en 2008. Ni siquiera en esta Eurocopa pudimos hacerlo, empatamos.

Nunca le habíamos ganado a Francia, tampoco, y esta vez se consiguió. Ganar está claro que no es cuestión de si ya lo has hecho o no, pero puede ser un factor que afecte a la moral de los futbolistas, como también puede afectar a la moral la tanda fatídica de Viena. En esa tanda Casillas detuvo a De Rossi y a Di Natale, ambos siguen en la squadra azzura, y querrán redimirse. Lo que quizás no recordemos es que esa Eurocopa era la segunda que hacían dos países conjuntamente y que Xavi dio un recital que le valió para ser el mejor jugador del torneo; o que el balón oficial se llamaba 'Europass'; o que Villa, ausente en este europeo, fue el máximo goleador del torneo tanto en 2008 como en 2010 (dónde anotó los mismos que Müller). Un 2010, en el que nuestra selección se instaló en Potchefstroom, en la que el balón del torneo fue el famoso 'Jabulani'; en la que Forlán fue nombrado mejor jugador del torneo por encima de Don Andrés, ese albaceteño que nos dio la gloria; en el que Suiza nos marcó el camino a seguir con aquel toque de atención; en el que Alemania llegaba a semifinales marcándole cuatro goles a Inglaterra y otros cuatro a Argentina en uno de los mejores partidos que ha jugado la selección germana y Puyol, también ausente este mes en Polonia y Ucrania, se elevó por encima de toda la defensa alemana para meternos en la final del Mundial.

Quizás, y solo quizás, recordemos que Buffon le detuvo un penalti a Güiza en aquellos gloriosos cuartos; que Senna formó la pareja perfecta de Xavi en el centro del campo; que Sergio García estaba en ese equipo y que jugó un partido; que Villa, en la semifinal ante Rusia, tirando una falta notó un dolor que le impidió jugar la final, un dolor que sufrimos todos; o que Torres adelantó a Lahm por la derecha en el minuto 32, cuando nadie confiaba en que llegara a ganar ese balón, para elevarlo luego por encima de Lehman; o que, en la celebración, Palop lucía la camiseta que Arconada llevó en la final de 1984 ante Francia; o que, aunque parezca que no, era nuestra segunda Eurocopa tras la de 1964.
Quizás, y solo quizás, recordemos el nombre de Fernandes, aquel jugador que marcó el gol de la derrota ante suiza; o el de Justo Villar, el portero por aquel entonces del Valladolid, que le paró un penalti a Xabi Alonso, o el número 19 de España, el de Llorente, que salió ante Portugal y consiguió sorprender a la defensa lusa; o que los porteros se quejaron una y otra vez del balón; o que Nelson Mandela apareció en un carrito por el Soccer City antes de la final; o de la camiseta que honraba a Jarque que sacó Iniesta a relucir tras hacer historia; o que Blatter, bufanda blanca al cuello, se asustó al ver a Iker subirse al borde del escenario donde iba a levantar nuestro primer Mundial.

Y por qué no, habrá que recordar más nombres en nuestras cabezas, como el de Sergio Ramos, que se atrevió a tirar un penalti emulando al mítico Panenka; o el de Slavek y Slavok, las mascotas de esta Eurocopa; o el de Jordi Alba, que sorprendió a toda Europa consagrándose como el lateral izquierdo de la selección; o del absurdo, pero muchas veces enriquecedor, debate del '9'; o a Italia, la que empezó todo; o que en el partido 143 de nuestra historia en las Eurocopas hicimos historia, y, por qué no, recordaremos el Olímpico, Ucrania, el azul, el amarillo, y Kiev.

domingo, 24 de junio de 2012

Andrés y David

El balón, esa esfera de cuero que todos ansían tener y colocar en el fondo de las mallas rivales. Agraciados son aquellos que lo consiguen, algo que muchos llaman 'la suerte del gol'. Aunque, en el fútbol, no todo es marcar. David sabe lo que quiere, y lo que quiere es tener la pelota atada a sus pies, al igual que Andrés, y si uno no la tiene, mejor si la tiene el otro. No suelen regalarnos goles normalmente, solo cuando más lo necesitamos, atan la pelota a sus pies y crean el fútbol de España, ellos ponen el ritmo, la esencia, el toque. Llenan nuestro paladar de cucharadas de un fútbol estéticamente inigualable e inalcanzable para los demás mortales. Un fútbol que ellos conocen y que practican para divertirse.

Si uno está feliz, el otro también. La grandeza no se las da su altura, sino su inteligencia. Futbolistas como ellos hay pocos y en España llevan la voz cantante en un silencio demoledor. Apenas se les oye, están siempre fuera de los focos pero una vez dentro del campo no paramos de repetir sus nombres. No buscan perforar las porterías rivales, buscan la suavidad del balón, su contacto, el placer que recorre tu cuerpo al controlar el balón con la bota y cedérselo al otro, David para Andrés y Andrés para David. Provocan desajustes y falta de entendimiento en las zagas rivales, algo que aprovechan los demás. Saben que si uno no está bien, lo estará el otro. Pero también saben que si los dos están, no hay nada, ni nadie, que evite  que ellos controlen el balón a su antojo, que logren dar los pases, hacer los regates, controlar el tempo del juego como solo ellos saben.

martes, 12 de junio de 2012

La cabeza de la historia

Era el primero, no era uno cualquiera y como toda primera vez, fue especial. Ucrania jugaba en casa, ante su gente hacía su debut en una Eurocopa. Sin duda, la historia aparecía por Kiev para encumbrar el esfuerzo de una de las personas que más lo merecía, Adrei Shevchenko. Tras cinco años en su Ucrania natal viajó a Italia, a Milan, para elevar al cielo el mayor torneo de clubes que un futbolista puede soñar, la Champions League, y, además, lograr ser el mejor jugador consiguiendo el Balón de Oro. Tras seis gloriosos años en la Lombardía italiana y habiéndolo ganado todo, cambia la pasarela de Milán por el té del atardecer londinense, desembarca en Londrés. Inglaterra disfrutó muy poco de uno de los delanteros más eficaces de la última década. La edad no perdona pero antes de su llegada a las islas, comenzó su verdadera historia, la historia de Andrei con la selección nacional.


Ucrania, por primera vez, llega a la Fase Final de un Mundial. La repercusión es enorme y en el país se confía en que el que fuera mejor jugador de Europa en 2004 logre que su selección siga haciendo historia. Shevchenko es un hombre cumplidor y como cualquier hombre cumplidor, no defrauda. 
Berlín, Alemania, ciudad de culturas y en la que Andrei consigue que en la primera participación de Ucrania en un Mundial, ésta pase a octavos con un gol de penalti ante Túnez y no en otro estadio que en el que se disputaría la final; el Olímpico de Berlín. La suerte le es esquiva en octavos y Andrei falla el primer penalti ante Suiza en la fatídica tanda desde los once metros. Pese a ello, su selección pasa a cuartos, donde es eliminada por la futura campeona, Italia. Pero ese Mundial fue un logro para los ucranianos y Andrei, con dos tantos, se convirtió en el máximo goleador de su selección en los Mundiales. La gloria sube tan rápido como baja y Shevchenko, tras el maravilloso Mundial de Ucrania  pasa por el Chelsea de puntillas, y tras un año entre Italia e Inglaterra sin demasiada participación decide volver al principio, Kiev.



Sí, su principio es Kiev y ayer fue también la ciudad que lo encumbró a lo más alto del fútbol ucraniano. Con el Dínamo de Kiev revive esa vena goleadora perdida en la neblina londinense y vuelve a levantar un título. Pero Andrei sabía que lo mejor, aún estaba por llegar. Apenas tres goles con Ucrania antes del partido europeo más importante no le quitaban el sueño, se lo quitaba el debut, la primera vez. Como en el 2006 en Alemania, Andrei se preparaba para seguir escribiendo su nombre en la historia de su país, pero esta vez era, si cabe, más especial, esta vez, era en Kiev. Y ahí, en casa, Andrei se elevó por encima de la envergadura del defensa sueco para entrar de nuevo en la historia, había marcado el primer gol de Ucrania en una Eurocopa y lo había hecho como lo hacen las grandes mentes, con la cabeza. Pero, para él eso no era suficiente, Andrei sabía que podía dar más, corrió hacia al primer palo en un córner y dejó atrás a la estrella rival, cabeceó. Éxtasis, gloria, sonrisas, lágrimas, toda Ucrania estalló en el mayor júbilo que jamás podrían haber imaginado, gracias a él, a Andrei.

sábado, 9 de junio de 2012

El nueve ruso


Advocaat continúa con aquel sistema utilizado por Hiddink que tanto éxito tuvo en la última Eurocopa. Un 4-3-3 en el que los tres delanteros tienen mucha movilidad, algo que ayer quedó patente en el partido ante la República Checa. Dzagoev puso la magia, Arshavin el toque y Kerzhakov el desgaste. El delantero del Zenit luchó con los defensas checos hasta la saciedad y los dejó agotados. Alexander sabía cual era su trabajo, y cumplió. Corrió, se ofreció, recibió, chutó...y falló. El único pero del 11 ruso fue ese, su poco acierto de cara a gol. Su partido fue de nueve, bajando incluso al centro del campo para ayudar a los Shirokov, Zyryanov y Denisov. Por ello, Advocaat se lo recompensó dándole descanso en el 73'. Pero su descanso también pudo sembrar la duda.

Roman ingresó en el terreno y destrozó, si aún quedaba algo, a los centrales de una Chequia ineficaz en la parcela trasera. El que martillara las porterías de media Europa en 2008 volvió por sus fueros y terminó el trabajo que había empezado su compañero. Pavlyuchenko asistió al mejor del partido en el tercer gol de los exsoviéticos y cerró el marcador. El rubio de Mostovskoi revolucionó el ataque ruso, continúo el trabajo de Kerzhakov, ayudó al equipo a mover el cuero y lo introdujo en el fondo de las mallas de Cech, algo que tanto le costó a quien sustituyó. Es verdad que ya la defensa no podía más pero ayer, el 14, ganó.

lunes, 9 de abril de 2012

Ganar, un imposible

En el fútbol, como en cualquier otro deporte, lo importante es participar pero si llevamos esto a nivel profesional, las cosas cambian. Ganar, ganar y ganar; esa es la principal premisa en un deporte que ha llegado a alcanzar unas cotas mediáticas desorbitadas. Buscar desesperadamente el éxito y la consecución de tres puntos por encima de cualquier factor en una competición liguera son una losa demasiado pesada para muchos clubes. Ante esta casi obligación de ganar por encima de todo, nace la opción de el juego preciosista, una opción rechazada por los resultadistas pero que puede llegar a ser tan efectiva o más que la búsqueda imperiosa de la victoria. Ganar jugando bien siempre es más reconfortable que conseguir una victoria sin espectáculo, principalmente, porque el fútbol en su esencia es eso, espectáculo. Ahora bien, si no se gana, el espectáculo pasa a un segundo plano y la presión y la ansiedad se apoderan del juego. Si no juegas bien aunque sea gana, así tendrás contento al espectador. El problema surge cuando la victoria nunca llega.

La búsqueda imperiosa de la victoria, la ansiedad y la presión se han apoderado de una ciudad al sur de Alemania. La voracidad con la que una derrota tras otra está enterrando a una ciudad futbolísticamente gloriosa en tiempos pasados es asombrosa. Un equipo que ha ganado cuatro Bundesliga, dos de ellas en la década de los 90 se ha desmantelado y el mediatismo profesional del fútbol lo está convirtiendo en un club desalmado. El descenso está cerca pero esta situación es lo de menos ya que el club volvió a la Bundesliga hace apenas dos años, tras vivir cuatro años en la segunda división. El problema es el miedo a ganar, es decir, el miedo a conseguir la principal premisa en el fútbol moderno.

Detrás de ese miedo, de esa ansiedad y de esa presión se encuentra un equipo que ha ganado tres partidos en veintinueve partidos y que no logra una victoria desde octubre. Un equipo cuya ciudad, Kaiserslautern, da nombre al club. Mirar a octubre es mirar no solo a la última victoria, sino al técnico que la logró, Marco Kruz. Un técnico que ascendió al equipo hace dos años y que la temporada pasada logró una meritoria séptima plaza y, que ahora, ha dejado el mando a Krasimir Balakov. Y cuidado con la situación de Balakov, ha dejado Split y sin pensarlo demasiado a aterrizado en Kaiserslautern para convertir al equipo germano en "un referente" de la Bundesliga. Cambiar un equipo por otro no es lo habitual y por ello la llegada de Balakov parecía que haría cambio de rumbo. Nada más lejos de la realidad, el equipo que cogió el técnico búlgaro en marzo continúa sin ganar. 

La situación se ha agravado y los germanos no suman más que tres derrotas tras la llegada de Krasimir. La afición no se rinde y el estadio se ha llenado más de una vez esta temporada, incluso la media de asistencia es muy alta: un ochenta y cuatro por ciento de los asientos se ocupan en los partidos de casa. Por tanto, el apoyo de una afición que nunca dejará a su equipo tirado no es el problema. Lo que, sin duda, necesita un equipo para ganar es marcar goles y ahí el conjunto de Renania tiene un grave conflicto, en los veintinueve partidos ha marcado dieciocho goles. Con Balakov dirigiendo el equipo, apenas tres partidos, han marcado un solo gol que no ha servido para nada.

Una vez más la impotencia entra en juego, imposible en esto del fútbol no hay nada. A los red devils alemanes no les queda otra que apelar a la épica y pensar que el pasado año el Mönchengladbach ya logró salvarse, eso sí con más margen que el que tienen ahora ellos. Cinco, eso son los partidos que el conjunto rojo tiene para salvarse y entrar en los libros de historia; y diez, son los puntos que le separan de lograrlo. Si lo consiguen; dejarán atrás esa presión, esa ansiedad que provoca el fútbol actual y pasarán a sonreír y hacer sonreír a miles de aficionados que buscan en el fútbol la única meta de entretenerse y disfrutar del espectáculo.